martes, 23 de abril de 2013

Algunos experimentos psicológicos interesantes

1. Experimento de Asch sobre la conformidad.
Solomon Asch, psicólogo estadounidense (1907-1996), realizó en 1951 una serie de experimentos sobre la conformidad; esto es, cambiar el comportamiento o la opinión de uno en relación con el comportamiento o la opinión del grupo con el fin de encajar en él, bien consciente o inconscientemente.
Aquí, a una serie de estudiantes universitarios se les realizaba una supuesta prueba de visión, que consistía en identificar con una línea patrón otra línea de la misma longitud. De los participantes en esta 'prueba de visión', todos excepto uno eran en realidad actores, cómplices del experimento. Aunque la respuesta correcta era evidente, muchos de los sujetos respondieron erróneamente al ver que el resto de participantes daban la misma respuesta.
Hasta un 37% de las veces los sujetos dejaron que la presión grupal les llevara a admitir como cierto algo que era claramente falso. Sin embargo, se vio que cuando había al menos una persona de entre los cómplices que diera la respuesta correcta, los sujetos se atrevían a darla también. Esto significa que no nos adaptamos al grupo según el número de personas que no compartan nuestra opinión, sino que lo que más nos influye es el hecho de estar solos contra el mundo.

Vídeo sobre la conformidad de Asch (en inglés)

Otro experimento sobre la conformidad y la influencia de la presión grupal es este realizado en un ascensor: el sujeto literalmente copia el comportamiento del resto de personas que entran en el ascensor.




2. Obediencia a la autoridad.
Stanley Milgram, psicólogo estadounidense de la universidad de Yale, Connecticut, llevó a cabo un conjunto de interesantes experimentos en 1963 sobre la obediencia a la autoridad, cuyos resultados dan una triste visión sobre el comportamiento humano sometido a una autoridad. Estos se realizaron solo unos meses después del juicio a Adolf Eichmann, uno de los responsables del Holocausto nazi.
El experimento consiste en tres personas: el experimentador, un supuesto profesor de la universidad de Yale; un maestro (teacher), que será el sujeto con el que se hará el estudio; y un alumno (learner), cómplice del experimentador. A los maestros se les dice que tienen que formular, a través de un micrófono, preguntas sencillas al alumno, que está en otra habitación, y a quien solo se le puede oír.
Por cada respuesta fallida, los maestros administran al alumno una descarga eléctrica que comienza en 45 voltios y aumenta gradualmente hasta 450V. Los maestros pueden escuchar los supuestos gritos de los alumnos, que en realidad son grabaciones. Los sujetos, en algún punto del experimento, preguntaron si podían parar, si el alumno estaría bien, o qué propósito tenía dicho experimento. El experimentador, si el sujeto se niega a aplicar descargas, les dice que es necesario que continúen, que así lo establece el experimento. Se da por terminado el experimento si los sujetos se niegan 4 veces o al aplicar la última descarga de 450V.
Muchos de estos comienzan a inquietarse a partir de las descargas de 100V (para hacerse una idea, el voltaje en EEUU es de 110V), algunos se niegan cerca de los 135V y otros siguen hasta el final, a pesar de que los alumnos dejan de responder y de gritar, con lo que uno asume que las descargas han resultado letales.
La inquietante cifra del 65% de los sujetos llegan a aplicar la descarga de 450V. Psicólogos profesionales, antes de la experiencia, habían calculado que solamente un 3% obedecería al experimentador, y que nadie sería tan sádico como para llegar a aplicar 450V. Sin embargo, se encontraron con que 65 de cada 100 preferían matar a alguien antes que desobedecer órdenes por parte de una autoridad.



Esto nos lleva a una reflexión importante: ¿hasta qué punto nos dejamos llevar por las órdenes que nos dan? ¿Somos capaces de perder toda personalidad y valores morales si es lo que la autoridad nos manda? ¿Somos realmente dueños de nuestras acciones o somos marionetas en manos de los que ostentan el poder y la autoridad?


3. The Bystander Effect.
The Bystander Effect (Efecto espectador) es como se llama en psicología al fenómeno según el cual es menos probable que una persona que necesita ayuda la reciba en un escenario amplio, con muchas personas, que en un espacio reducido. Este fenómeno fue estudiado a raíz del asesinato en 1964 de Kitty Genovese, quien fue apuñalada repetidamente en público sin que nadie hiciera algo por evitarlo. Los primeros en estudiar el efecto espectador fueron, en 1968, John Darley y Bibb Latané, aunque se han realizado un gran número de experimentos sobre él.
La respuesta que dan los investigadores sobre este fenómeno es lo que se conoce como difusión de la responsabilidad, es decir, el no querer ayudar a alguien en una emergencia porque ya lo hará otro. Cuanto más grande es el grupo, menos responsables nos hacemos de ayudar a esa persona.

En este vídeo, no sólo se ve cómo los peatones ven a la persona tirada en el suelo y pasan de largo sin intervenir, sino que el tiempo en que tardan en querer ayudarla depende de su apariencia: a un hombre vestido de manera informal le ayudan tras 20 minutos tumbado en el suelo y pidiendo ayuda, a una mujer aparentemente desmayada tardan 5 minutos en preocuparse por ella, y a un hombre vestido de traje y corbata, 6 segundos. Además, se ve cómo una vez que alguien se interesa por la persona, los demás comienzan a atreverse a ayudarla.






Fuentes / fotos:  wikipedia.org / youtube.com / en.wikiversity.org / litreactor.com / blog.lib.umn.edu 

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